Por: Jennyfer Flórez Holguín
jennyfer.florez@correounivalle.edu.co
El caso de una actriz que fue brutalmente golpeada por su pareja y quien en su defensa justificó la agresión porque primero ella lo insultó, había consumido marihuana y era una enferma mental -lugar común del estigma sobre nuestra salud mental-, me ha puesto a reflexionar sobre el grave error social que estamos cometiendo al diferenciar la violencia y su ejercicio.
Tenemos sensibilidades selectivas y perdemos la esencia del deber SER que es la NO violencia. Entonces, nos duele más el golpe a una actriz que las lideresas asesinadas; nos duele más un escándalo mediático que la vecina a quien el esposo golpea todos los días. Nos duele más una nariz rota que la niña caleña de 13 años que mataron a puñaladas.
Esos son los errores de un discurso fascista que lleva al extremo una ideología y que no entiende que la lucha de absolutamente todos debe ser la no violencia. Es claro que la violencia de genero existe y que por el ejercicio físico en el que se centra y la época en la que estamos es más evidente. Pero debemos preocuparnos de manera más minuciosa por su abordaje y no tomarlo de una manera tan visceral que convierte esto en una guerra de sexos, en donde educamos y empoderamos a mujeres para que no dejen ejercer sobre ellas ninguno de los tipos de violencia reconocidos legalmente en Colombia (psicológica, económica, patrimonial y sexual), sin abordar a los que la ejercen evidenciado sus gérmenes que son tan diversos como esos tipos de violencia y que tienen una aceptación social.
Ninguna violencia es menor que la otra porque algunas producen muerte física y otras tienen muertos en vida, lo que hace que quienes deben ser abordados somos todos los que crecimos en medio de generaciones de violencia que sagradamente se exponen en nuestros medios masivos de comunicación y nos otorgan al menos las tres raciones diarias; todos a los que ya no nos conmueve la muerte de uno o de 20 en medio de una masacre y, en ocasiones, nos atrevemos a asegurar “que lo maten por rata”, para purificar una sociedad que ha perdido el concepto sagrado de la vida, no como el hecho de respirar sino como la calidad que impone la gracia individual de querer existir.
Eso en un mundo que sea garante de derechos y en el que no nos olvidemos que también tenemos deberes.
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* Jennyfer Paola Flórez Holguín o más conocida para algunos como FeFey, ha cohabitado la ciudad de Popayán, durante sus 30 años de vida. Enfermera egresada de la Universidad del Cauca, actualmente maestrante en Salud Pública. Siempre se ha comportado como público aficionado en diferentes espacios relacionados con las artes escénicas y ahora pasa del otro lado con una de las aficiones de su vida, la Salud Sexual y Reproductiva.
Ciudad Reflejada 
Posted on 19 septiembre, 2018
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