A veces

Posted on 10 octubre, 2013

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Por: Bastet.

A veces, cuando vuelvo, noto como si todo estuviera fuera de sí. Siempre está lloviendo y tú no te quitas ese saco de lana café lleno de motas, o simplemente no estás.

Ese olor a café que siempre sale de tu puerta me hastía, el humo siempre queda atrapado en la ventana. Por qué no te gusta el aire fresco, yo vengo a dártelo y tú no me dejas. Mira, te traje flores amarillas y esas margaritas que tanto me gustan.

Salgamos, vamos a caminar, como antes, te dejo que llevemos a ‘primi’. Pedro ya me dijo que sí podemos caminar por ahí, que ya mataron a las ratas que mataban a sus gallinas. Entonces ya no tengo excusa para quedarme paralizada en la portada de solo imaginármelas frente a mí.

¿Te acuerdas esa vez que no pude musitar palabra, te acuerdas que tuviste que llevarme casi a rastras porque me quedé como una estatua? Y ni qué decir de todas esas gallinas muertas tiradas en el corral en la mañana.

Bueno, pues ya podemos ir. ¡Caminá!

Ah, pero tú siempre con tus pendejadas, con tus cosas, con tu cigarro que no te deja hacer nada, que solo te deja dolores de muela e incapacidad para salir corriendo cuando yo veo ratas.

Una vez se comieron todo el archivo de tus cuentos. Qué mal, esa vez quería cogerlas a palazos, pero ni con toda esa rabia pude mirarlas. Te tocó volver a armar varios con los pedazos que quedaron, pero nunca quisiste que te los imprimiera, ni para leérselos a los chicos. Vos siempre sin visión y sin ganas de nada.

Bueno, hoy, además de las flores, vine a llevarme un par de cosas que me quedaron acá, pero me encuentro con que has quemado todo, hasta los álbumes. ¿Será que quisiste quemarte tú y te arrepentiste y lo primero que encontraste a la mano lo fuiste tirando a la hoguera? Menos mal no estaba yo aquí, porque me hubieras echado de primera. Con todo lo que me odias.

Ahí te dejo las flores. No las quemes, o bueno, haz lo que quieras. Me avisas cuando veas esta carta, y me avisas si te vas a quemar para venir a barrer.

Besos.